“La filosofía es una lucha contra el
embrujamiento de nuestra inteligencia
mediante el uso del lenguaje”
(Ludwig Wittgenstein)
TABLA DE CONTENIDO
Por Diego Fernando García.
Prácticas filosóficas
En la práctica filosófica, es posible que, al pasar tanto tiempo inmersos en textos filosóficos, nos habituemos al análisis de estos, lo que nos lleva a expresar lo que otros pensaron en lugar de realizar el trabajo de filosofar. En consecuencia, la modernidad convierte al ser humano en una mera copia fragmentada de quienes reflexionaron antes. De modo que, en la época contemporánea, las ideas y el pensamiento son tan vastos que la persona que estudia filosofía puede perderse en el océano de conocimiento o, al intentar abarcarlo todo, no encuentra tiempo para estructurar sus propias ideas. Entre tanto, el ser humano prefiere, en muchos casos, apropiarse de las reflexiones de otros.
Por consiguiente, en el mismo pensamiento guarda una analogía con el acto de razonar lógicamente, sin dejar de lado la importancia de
“un mundo que nosotros podemos conocer en forma de mitos (mythos), como narración de los sucesos cotidianos, o gracias o informaciones culturales, científicas y técnicas de naturaleza fáctica o explicativa (logos)”[1].
En efecto, lo que se conoce es una gran ayuda para el saber, ya que permite hablar del «símbolo», el cual posee una riqueza que no recae ni en la univocidad ni en la equivocidad. Esta forma de pensar es, precisamente, la que la filosofía de Mauricio Beuchot nos ayuda a comprender. Por ende, el ser humano no se cierra a la ciencia; sin embargo, rechaza el cientificismo, que tanto daño causa a la razón.
Por otra parte, nos enfocamos en la pregunta: ¿qué es filosofar? Un interrogante que, por sí mismo, permanece siempre abierto y que constantemente nos interpela. Las respuestas a este tipo de pregunta pueden ser múltiples y, en muchos casos, están cargadas de condicionamientos o influenciadas por la formación recibida.
Al filósofo o al docente de filosofía, con frecuencia, se le solicita que conceptualice, que además explique los conceptos filosóficos y que posea ciertas habilidades necesarias, propias de un docente bien preparado en el arte de filosofar. Por ende,
“la práctica filosófica como una actividad constitutiva en sí misma y determinada por tres operaciones: la identificación, la crítica y la conceptualización”[2].
En consecuencia, lo importante es poder distinguir; este es el trabajo propio del filósofo y, a la vez, tener la facultad de diferenciar una cosa de otra. Por otra parte, para criticar, debo analizar y reflexionar cuidadosamente, teniendo en cuenta lo que otros han dicho. Finalmente, la conceptualización implica identificar, criticar y considerar lo que se ha expuesto, para llegar a una definición coherente y lógica.
Presentación
Las las prácticas filosóficas - Diego García de Pensamiento serio
Tu amigo siempre,
Diego Fernando García Ochoa.
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